Como símbolo espiritual, el agua está identificada con el bautismo, y relacionada con Cristo en
parábolas de servicio y de gozo. El agua nos inspira reflexión y meditación, llegando así a ser parte de nuestra oración viva.

Como símbolo de nuestra congregación, un lago de aguas ondulantes refleja los amplios círculos creados por un impacto pequeño. Lo mismo ocurre con nuestro ministerio; toda acción es significativa. Su energía fluye hacia fuera llegando a ser parte de algo más grande, antes de regresar a nosotras. Ya que creemos en el impacto del amor en el mundo, y en Cristo como centro, nos movemos con el flujo de la vida para cumplir nuestra misión.

Nuestro símbolo está pintado en colores azules naturales, con contornos suaves como pinceladas de una artista. Esto nos recuerda el corazón y la humana delicadeza que guían todo nuestro ministerio.